La madrugada de este lunes, el Papa Francisco falleció a los 88 años en su residencia de la Casa Santa Marta, ubicada en el Vaticano. Este hecho llevó a la activación inmediata del protocolo para su funeral, el cual fue simplificado por el mismo Papa, quien había expresado su deseo de que la ceremonia fuera menos ostentosa. Sin embargo, la atención ahora se centra en el Cónclave, el proceso que determinará quién será su sucesor.
¿Qué es el Cónclave y cómo se desarrolla?
El Cónclave, que significa “con llave”, se convoca dentro de un plazo máximo de 15 días tras la muerte del Papa. Durante este evento, los cardenales de todo el mundo se reunirán en la Santa Sede para elegir al nuevo sumo pontífice, en una sala cerrada. Es importante destacar que el Vaticano no queda desamparado tras el fallecimiento del Papa, ya que el Camarlengo, actualmente el estadounidense Kevin Farrell, asume la responsabilidad de verificar la muerte del Santo Padre y de organizar el funeral, así como de administrar la Iglesia durante este período.
Según el diario argentino La Nación, de los 252 cardenales que componen la Iglesia Católica, 139 tienen menos de 80 años, lo que les permite participar en la votación. A pesar de que no se exige ser cardenal o sacerdote para ser elegido Papa, desde 1378 no se ha nombrado a alguien fuera del Colegio Cardenalicio.
Una vez que todos los cardenales llegan al Cónclave, ingresan a la Capilla Sixtina entonando “veni creator”. Posteriormente, el Camarlengo cerrará las puertas de la capilla y pronunciará “extra omnes”, lo que significa “todos fuera”. En este ambiente cerrado, cada cardenal deberá jurar silencio, recitando la promesa de confidencialidad con las manos sobre los Evangelios.
Las normas del Cónclave son estrictas: los cardenales no pueden ingresar con celulares ni tendrán acceso a radios, periódicos, televisión o cualquier dispositivo que los conecte con el exterior. Para asegurar el cumplimiento de estas reglas, se implementan medidas de vigilancia electrónica, que incluyen inhibidores para radios y celulares. Cualquier violación a esta normativa conlleva una excomunión automática.
Los cardenales se acomodarán a ambos lados de la sala. En cada Cónclave, se seleccionan al azar nueve cardenales que se encargarán de supervisar la votación, tres actuarán como fiscales, otros tres recogerán los votos y los tres restantes los revisarán.
El proceso de votación se lleva a cabo en un clima de seriedad y reflexión. Tras discursos y oraciones, se debate sobre las cualidades que necesitará el nuevo Papa para guiar a la Iglesia. La votación se realiza en dos sesiones diarias, cada una compuesta por dos rondas, lo que permite un total de cuatro votaciones al día.
El método de votación exige que cada cardenal anote el nombre de su candidato preferido, utilizando una letra que no permita identificar al votante. Luego, depositan su voto en el altar, bajo la famosa pintura del Juicio Final de Miguel Ángel. En ese instante, cada cardenal dice: “Pongo por testigo a Cristo el Señor, que será mi juez, para que mi voto sea dado a aquel que ante Dios creo que debe ser elegido”.
Para que un candidato sea elegido, necesita obtener la mayoría de dos tercios de los votos. Para evitar que el proceso se prolongue indefinidamente, si no se alcanza un acuerdo, se limitan las votaciones a los dos candidatos que hayan recibido más apoyo en la ronda anterior. Tras la lectura de los votos, estos son quemados, lo que produce el famoso “humo” que indica el resultado de la votación. El humo blanco señala que ha sido elegido un nuevo Papa, y se utilizan químicos para modificar el color del humo.
El decano de mayor antigüedad le preguntará al cardenal electo si acepta el cargo, y, de ser así, se le consultará qué nombre adoptará. Una vez que el nuevo Papa acepta, es llevado a la “Sala de las Lágrimas”, donde se viste con su nueva túnica blanca y zapatillas rojas, teniendo disponibles tres trajes de diferentes tamaños para su elección.
Finalmente, el decano se dirige a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro y anuncia: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus papam” (Les anuncio una gran alegría: ¡Tenemos papa!). Este es el momento en que se celebra la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica.